miércoles, 22 de septiembre de 2010

GOLAZOS




El Barça redujo la inserrucción. Conquistó al fin el Calderón, esa especie de pueblo de Asterix que se resistía a su hegemonía, el único escenario del planeta donde había mordido el polvo por dos veces la imperial escuadra de Guardiola. Pero a la tercera, el Atlético también cayó. Y eso que De Gea (ante la mirada quizás de nuevo indiferente del seleccionador) se empeñó una parada tras otra en dejar el partidazo en el aire. Fue la suya una resistencia en el fondo artificial. Porque el Barça, guiado con la soltura de costumbre por Xavi e Iniesta, fue superior de principio a fin. Y debió golear.
El Atlético acusó en exceso la ausencia del Kun, que saltó al campo de titular pero de una forma más espiritual que futbolística. Hizo del Cid durante 50 minutos, los suficientes para comprobar que no estaba sano, y se fue al banquillo a ponerse hielo sobre su lastimada pierna derecha. No hay noticias de que Forlán estuviera lesionado, pero tampoco asomó su repertorio por el Calderón.
Todo el fútbol lo puso el Barcelona, que a última hora tuvo que lamentar la salida en camilla de Messi tras un pisotón de Ujfalusi. Borbalán lo interpretó malintencionado y decidió expulsar al checo. El Atlético no puso juego, pero sí actitud, agresividad y carácter. Se negó a rendirse, a dar por perdido el resultado, por contundentes que fueran los mensajes que iba lanzando el balón y las maniobras del Barça.

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